ESCRIBE: CARLOS ACEVEDO [Periodista e historiador puertoplateño]

En 1934, un “mosquito patriótico” le había picado, con tanta “saña” al tirano Trujillo, que le transmitió el terrible mal de la fiebre palúdica que llevó al “jefe” a vivir momentos de angustias en medio del estado calamitoso que generó ese problema quebrantador de su salud.

brumado por otro problema de alteración en la próstata que también le aquejaba, el “benefactor” se trasladó a Puerto Plata porque se había enterado que en esos días llegó desde Francia a la ciudad plateada, el licenciado Luis José Dubús, quien acababa de graduarse de tecnólogo médico en ese país europeo.

El 11 de agosto del señalado año fue publicada en el diario El Comercio, de Santiago, la noticia de que el médico particular de Trujillo, doctor Francisco E. Benzo informaba desde aquella ciudad que el presidente de la República estaba aquejado de un fuerte padecimiento palúdico que podría afectar el acto de juramentación para un segundo periodo, fijado para el 16 de agosto.

Incluso, se había considerado la idea de efectuar la ceremonia de juramentación en Santiago en que Trujillo asumiría la presidencia con Jacinto B. Peynado, como vicepresidente, en circunstancias muy especiales.

n medio de la incertidumbre, Trujillo decidió entonces viajar a Puerto Plata. Él lo hizo por vía terrestre, pero le ordenaron a una fragata trasladarse al muelle de la villa costera.
Desde la fragata, el “generalísimo” mandó a buscar a licenciado Dubús, quien recibió la invitación con cierto recelo, pero se dirigió hacia el barco para ver qué deseaba con él presidente Trujillo.

Ya a abordo, Trujillo le dijo que si se atrevía a hacerle un análisis para verificar su salud y don Luis le dijo que sí. Tras regresar a su casa y buscar los instrumentos, el facultativo estuvo de nuevo a bordo de la fragata y allí se mostró dispuesto a realizar el examen.

”Sáqueme sangre de esta oreja”, le dijo el dictador, pero don Luis le explicó cuál era el método que él utilizaba y entonces procedió a extraer la sangre de un dedo de una de las manos de Rafael Leónidas Trujillo.
Tras esto, el licenciado Dubús se dirigió nuevamente a su casa, tomó el peritaje a, y se encontró con que Trujillo dio positivo en la prueba de paludismo.

Sin ningún titubeo se lo comunicó al paciente. A pesar de que se pensaba que este tipo de noticia no se podía dar al dictador, nada pasó, y el examinador regresó sin contratiempos a su casa.

Trujillo regresó a la Capital, en lugar de hacerlo a Santiago que era donde había estado recluido en la casa del general Estrella. Obtuvo un rápido restablecimiento en momentos tan significativos para él y su régimen. Y el acto de juramentación pudo celebrarse en la sede del Congreso Nacional de Santo Domingo en la fecha pre establecida.

n año después, es decir en 1935, arribó al país el doctor George Marión, eminente urólogo francés, quien sometió a Trujillo a rigurosos exámenes y después decidió operarlo de la próstata, intervención que resultó exitosa. El periódico La Opinión publicó en julio de 1935, que el doctor Marion, vino al país invitado por el Claustro Mayor de la Universidad de Santo Domingo.

En la alta casa de estudio dictó algunas conferencias y después el Gobierno Dominicano lo condecoró con la orden de Duarte en el grado de Gran Oficial.

Todo lo que ocurrió con el doctor Marión, incluyendo su presentación como conferencista, se debió a una estratagema para que no se filtrara a la opinión pública, la enfermedad de Trujillo, así como ocultar lo del proceso de la intervención quirúrgica.