El huracán Danilo
El huracán Irma pasó cerca de nuestras costas dejando pérdidas consideradas menores. Sin dar tregua llegó María por las mismas costas provocando daños mayores en la agricultura fruto de los fuertes vientos y las intensas lluvias, pero nada parecido a lo de las Antillas Menores, Cuba y Puerto Rico, la “isla del encanto”. En esos pueblos esos fenómenos dieron con fuerza brutal y letal.
Ante esas tragedias, incluyendo la de México, el país pareció olvidarse del huracán Danilo, (Odebrechtg, Punta Catalina, etc.) que ha golpeado con más fuerza durante cinco años, con rayos y centellas, vientos violentos y lluvias incesantes, devastando todo el territorio nacional.
El huracán Danilo ha provocado niveles de endeudamientos inimaginables como ningún otro presidente en la historia en tan solo cinco años; de igual modo ha provocado una inseguridad ciudadana sin precedentes, lo mismo que el auge del tráfico y micro tráfico de drogas. Es como si el bajo mundo organizado fuera un Estado dentro de otro Estado.
La corrupción ha dejado secuela más devastadores que todos los ciclones que han azotado el territorio nacional desde San Leoncio en 1615, que casi destruye la isla, siguiendo con San Zenón, en 1930, y continuando con George, David, Federico, Matthew, Noel, Eloísa, Jeanne, Hortense, Gilbert, Inés, etc.
Los efectos de los huracanes naturales son pasajeros. Por demás tienen su lado positivo al renovar el ecosistema, según establecen los científicos. La corrupción, en cambio, solo tiene aspectos nocivos para el desarrollo de un pueblo, pues el dinero que se lleva la corrupción bien podría utilizarse en mejorar los sistemas de energía, educación, empleo, salud, vivienda, seguridad social y ciudadana, etc.
El huracán PLD, cuyo centro (ojo) lo ocupa Danilo Medina ha dejado más perdidas que los 32 fenómenos atmosféricos que han entrado al territorio nacional desde que llegó Cristóbal Colón en 1492. Y ha provocado más daños también que los terremotos de 1563, 1783, 1887, 1904, 1946, 1962, 1971, 1979, y 1984.
¡Hagan los cálculos! (¿?)
Es verdad que hubo otros episodios políticos traumáticos desde el nacimiento mismo de la República el 27 de febrero de 1844, con elementos tan nefastos como Pedro Santana, Ulises Heureaux, (Lilis), Trujillo y Balaguer, para solo citar algunos, pero esos eran dictadores. Tiranos y déspotas despreciables que causaron enormes daños al pueblo dominicano.
Pero el huracán PLD con 20 años soplando fuerte en dirección al desfalco y la depredación sin límites dentro de lo que ellos llaman democracia, como si se tratara de una actividad legítima y por lo tanto legal, no ha bajado de categoría cinco. (No se ha debilitado ni por un minuto)
Con el huracán PLD que encabezó Leonel Fernández durante 12 años, con vientos y lluvias estremecedoras por los rayos y las centellas, pensamos que la isla se hundiría; pero no fue así. Sin tregua, como Irma y María, llegó Danilo y estableció un “borrón y cuenta nueva” invitando a los ciudadanos a no mirar hacia atrás ni lanzarle ladrillos al pasado.
Se comió un tiburón podrido de los que lanzó el mar y luego lanzó los principios en unos de los zafacones del vertedero de la política degradada. Fue entonces cuando la corrupción y la impunidad tomaron la fuerza de Goliat. El huracán Danilo supero los vientos a más de 500 kilómetros por hora, superando la categoría cinco.
Odebrecht, 92 millones de dólares en sobornos, obras sobrevaluadas, hospital Darío Contreras, Oficina Supervisora de Obras del Estado, Punta Catalina, etc., etc., etc., son apenas algunos ejemplos de las secuelas que va dejando a su paso el huracán Danilo.
El huracán Irma pasó cerca de nuestras costas dejando pérdidas consideradas menores. Sin dar tregua llegó María por las mismas costas provocando daños mayores en la agricultura fruto de los fuertes vientos y las intensas lluvias, pero nada parecido a lo de las Antillas Menores, Cuba y Puerto Rico, la “isla del encanto”. En esos pueblos esos fenómenos dieron con fuerza brutal y letal.
Ante esas tragedias, incluyendo la de México, el país pareció olvidarse del huracán Danilo, (Odebrechtg, Punta Catalina, etc.) que ha golpeado con más fuerza durante cinco años, con rayos y centellas, vientos violentos y lluvias incesantes, devastando todo el territorio nacional.
El huracán Danilo ha provocado niveles de endeudamientos inimaginables como ningún otro presidente en la historia en tan solo cinco años; de igual modo ha provocado una inseguridad ciudadana sin precedentes, lo mismo que el auge del tráfico y micro tráfico de drogas. Es como si el bajo mundo organizado fuera un Estado dentro de otro Estado.
La corrupción ha dejado secuela más devastadores que todos los ciclones que han azotado el territorio nacional desde San Leoncio en 1615, que casi destruye la isla, siguiendo con San Zenón, en 1930, y continuando con George, David, Federico, Matthew, Noel, Eloísa, Jeanne, Hortense, Gilbert, Inés, etc.
Los efectos de los huracanes naturales son pasajeros. Por demás tienen su lado positivo al renovar el ecosistema, según establecen los científicos. La corrupción, en cambio, solo tiene aspectos nocivos para el desarrollo de un pueblo, pues el dinero que se lleva la corrupción bien podría utilizarse en mejorar los sistemas de energía, educación, empleo, salud, vivienda, seguridad social y ciudadana, etc.
El huracán PLD, cuyo centro (ojo) lo ocupa Danilo Medina ha dejado más perdidas que los 32 fenómenos atmosféricos que han entrado al territorio nacional desde que llegó Cristóbal Colón en 1492. Y ha provocado más daños también que los terremotos de 1563, 1783, 1887, 1904, 1946, 1962, 1971, 1979, y 1984.
¡Hagan los cálculos! (¿?)
Es verdad que hubo otros episodios políticos traumáticos desde el nacimiento mismo de la República el 27 de febrero de 1844, con elementos tan nefastos como Pedro Santana, Ulises Heureaux, (Lilis), Trujillo y Balaguer, para solo citar algunos, pero esos eran dictadores. Tiranos y déspotas despreciables que causaron enormes daños al pueblo dominicano.
Pero el huracán PLD con 20 años soplando fuerte en dirección al desfalco y la depredación sin límites dentro de lo que ellos llaman democracia, como si se tratara de una actividad legítima y por lo tanto legal, no ha bajado de categoría cinco. (No se ha debilitado ni por un minuto)
Con el huracán PLD que encabezó Leonel Fernández durante 12 años, con vientos y lluvias estremecedoras por los rayos y las centellas, pensamos que la isla se hundiría; pero no fue así. Sin tregua, como Irma y María, llegó Danilo y estableció un “borrón y cuenta nueva” invitando a los ciudadanos a no mirar hacia atrás ni lanzarle ladrillos al pasado.
Se comió un tiburón podrido de los que lanzó el mar y luego lanzó los principios en unos de los zafacones del vertedero de la política degradada. Fue entonces cuando la corrupción y la impunidad tomaron la fuerza de Goliat. El huracán Danilo supero los vientos a más de 500 kilómetros por hora, superando la categoría cinco.
Odebrecht, 92 millones de dólares en sobornos, obras sobrevaluadas, hospital Darío Contreras, Oficina Supervisora de Obras del Estado, Punta Catalina, etc., etc., etc., son apenas algunos ejemplos de las secuelas que va dejando a su paso el huracán Danilo.
El valor de la solidaridad
La vulnerabilidad del hombre, de las naciones, aún las más desarrolladas y organizadas ante los efectos devastadores de los fenómenos naturales –huracanes, terremotos, tornados, etc.– ha quedado evidenciado nueva vez en estos días, con el saldo de muertes y millonarias pérdidas a la propiedad pública y privada en esta parte del mundo.
En poco más de un mes sufrimos el huracán Harvey, en Texas, Estados Unidos; el huracán Irma, en el Caribe y La Florida, Estados Unidos; los terremotos en México, uno magnitud 8,2 y el otro magnitud 7,1; el huracán María, arrasando Puerto Rico y causando serios estragos en República Dominicana.
En estos momentos de dificultades colectivas es donde los pueblos se crecen, donde los gobernantes y gobernados unen esfuerzos para enfrentar sus calamidades como nación, sin rivalidades partidarias, clases sociales, ni colores deportivas, de raza o religión.
Son aleccionadoras las muestras de solidaridad con México, a consecuencia de los destrozos que provocaron los seguidos terremotos, el apoyo a Puerto Rico y las islas de las Antillas menores no es menor.
Los dominicanos somos reconocidos por ser altamente solidarios, no solo con los propios, sino también con vecinos de diferentes latitudes. Algunos, penosamente, critican que enviemos ayuda a otros que hoy padecen los rigores del paso de los huracanes y terremotos de las últimas semanas.
El país, con el Gobierno a la cabeza, se ha volcado a dar una mano de las miles de familias que han perdido sus viviendas, enseres, plantaciones agrícolas, etc. por los efectos de las lluvias y los vientos de los huracanes Irma y María.
Hay muchas formas de mostrar solidaridad. Por ejemplo, el fin de semana pasada vi a un grupo de jóvenes, evidentemente de clase media y/o media alta, que bajo la lluvia mostraban cartelones con frases alusivas a tener fe y esperanza, basados en el cristianismo. Le pregunté a uno de esos jóvenes porque hacían eso, si recolectaban algo, y su respuesta fue directa: “esto es gratis, porque queremos que se salven, como nosotros tenemos las esperanzas de lograrlo”.
La Madre Teresa de Calcuta decía que el significado de la solidaridad se enmarca no el dar lo que le sobra, si no en compartir lo que se tiene, por poco que sea.
No importan las críticas la solidaridad será siempre una de las demostraciones más valiosas del ser humano. Practíquela y verá.
La vulnerabilidad del hombre, de las naciones, aún las más desarrolladas y organizadas ante los efectos devastadores de los fenómenos naturales –huracanes, terremotos, tornados, etc.– ha quedado evidenciado nueva vez en estos días, con el saldo de muertes y millonarias pérdidas a la propiedad pública y privada en esta parte del mundo.
En poco más de un mes sufrimos el huracán Harvey, en Texas, Estados Unidos; el huracán Irma, en el Caribe y La Florida, Estados Unidos; los terremotos en México, uno magnitud 8,2 y el otro magnitud 7,1; el huracán María, arrasando Puerto Rico y causando serios estragos en República Dominicana.
En estos momentos de dificultades colectivas es donde los pueblos se crecen, donde los gobernantes y gobernados unen esfuerzos para enfrentar sus calamidades como nación, sin rivalidades partidarias, clases sociales, ni colores deportivas, de raza o religión.
Son aleccionadoras las muestras de solidaridad con México, a consecuencia de los destrozos que provocaron los seguidos terremotos, el apoyo a Puerto Rico y las islas de las Antillas menores no es menor.
Los dominicanos somos reconocidos por ser altamente solidarios, no solo con los propios, sino también con vecinos de diferentes latitudes. Algunos, penosamente, critican que enviemos ayuda a otros que hoy padecen los rigores del paso de los huracanes y terremotos de las últimas semanas.
El país, con el Gobierno a la cabeza, se ha volcado a dar una mano de las miles de familias que han perdido sus viviendas, enseres, plantaciones agrícolas, etc. por los efectos de las lluvias y los vientos de los huracanes Irma y María.
Hay muchas formas de mostrar solidaridad. Por ejemplo, el fin de semana pasada vi a un grupo de jóvenes, evidentemente de clase media y/o media alta, que bajo la lluvia mostraban cartelones con frases alusivas a tener fe y esperanza, basados en el cristianismo. Le pregunté a uno de esos jóvenes porque hacían eso, si recolectaban algo, y su respuesta fue directa: “esto es gratis, porque queremos que se salven, como nosotros tenemos las esperanzas de lograrlo”.
La Madre Teresa de Calcuta decía que el significado de la solidaridad se enmarca no el dar lo que le sobra, si no en compartir lo que se tiene, por poco que sea.
No importan las críticas la solidaridad será siempre una de las demostraciones más valiosas del ser humano. Practíquela y verá.
La justicia simulada
Hay que huir de la razón práctica de la justicia dominicana, no perderse en los simulacros de “realidad” con los cuales vivimos. Para Platón la justicia era una convención del alma y no de la virtud humana, y se materializaba fundándose en ese concepto de la armonía que tanto buscaron los griegos, y que el célebre pensador, maestro del estagirita Aristóteles, fundía en la sabiduría, el valor y la templanza. El mundo griego era un mundo de equilibrio, un balance inestable que se apoyaba en que cada quien realizara lo que le correspondía por naturaleza, y, según Platón, de ello brotaría lo justo, lo que debe ser. El observar a los ciudadanos como un enorme cuerpo, y las tres virtudes platónicas guindando en el desenvolvimiento de lo social, arrojó al pensador griego sobre uno de sus hallazgos fundamentales: “Vivir en la polis requiere de un ideal ético de la justicia”, y es por eso que, según Platón, “la peor injusticia es la justicia simulada”.
Y yo creo que ése acierto platónico es la esencia de la vida política de nuestros días. La justicia dominicana es una justicia simulada. Agobia ver cómo ése equilibrio que la justicia encarna en el gobierno de la polis, adopta la forma, en nuestro país, de una farsa grotesca que se adelanta mostrando la inoperancia del sistema. El hombre y la mujer que integran el sustrato vital de la interactuación social, existen formando parte de una estructura, dentro de la cual el componente de la justicia es el equivalente de el “ideal ético” del equilibrio griego. La vieja conciencia del dominicano cuando habla de la justicia lo hace pensando en otra cosa. La justicia es una aspiración, una herencia metafórica. La palabra justicia revela la ilusión de una solidaridad verdadera, y en cambio, quienes nos gobiernan lo que nos ofrecen es una justicia simulada. ¿No es justicia simulada el sometimiento de un puñado de exfuncionarios de diversos partidos por el caso ODEBRECHT? Ningún acto proveniente de la Procuraduría, hubiera llevado a instrumentar un expediente a políticos de tanta trascendencia. Fue el grito iracundo del pueblo (La plebe), el que en verdes marejadas obligó a configurarlo. Un expediente tejido exprofeso para que se caiga en el juicio de fondo. Hoy están todos en libertad, ni una brizna de esperanza de que la justicia verdadera actúe. Tan solo, Justicia simulada.
El soborno en el caso de los TUCANOS es otra prueba de justicia simulada. La presión internacional, y los gritos del pueblo (La plebe) contra la impunidad, obligaron a construir un expediente. Los verdaderos culpables están excluidos. La voluntad del Procurador y sus fines de manipulación política ocupan la verdad. Justicia simulada. La justicia es una ramera en este país, adquiriendo un poder que ahora es absoluto, porque puede mostrar los secretos resortes de las cosas y al mismo tiempo cómo manejarlos. ¿No fue eso lo que ocurrió con el caso de la OISOE? Los condenados no eran más que los operativos de la mafia que funcionaba en esa institución, y en el juicio citaron los nombres de los verdaderos dueños del negocio. ¿Qué pasó? El juicio fue una burla humillante al pueblo (La plebe), y al espíritu indignado que ha cabalgado las calles del país bramando contra la impunidad. Justicia simulada, la esencia de la vida política de nuestros días. Podría seguir citando casos recientes de justicia simulada, y como la peor injusticia-según Platón- es la justicia simulada quienes gobiernan éste país en cada acto de justicia simulada nos hacen creer que somos unos pobres diablos, unos pendejos; y que los poderosos no pueden ser juzgados, como se juzga al pueblo(La plebe). En última instancia, la esencia de la vida política dominicana es ésa: somos una polis en la cual la justicia es una justicia simulada. Y ésa es la razón práctica por la cual existe.
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