“Seguiremos levantándonos y hablando hasta que el Gobierno de China detenga sus crímenes contra la humanidad y el genocidio de los uigures y otras minorías en Xinjiang”, dijo la embajadora estadounidense ante Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, al inicio de un acto organizado por EE.UU. y algunos de sus aliados, junto a organizaciones de derechos humanos, sobre la situación en esta zona de China.
Thomas-Greenfield aseguró que su país seguirá trabajando junto a sus aliados y socios “hasta que el Gobierno de China respete los derechos humanos universales de todo su pueblo”.
El pasado marzo, el Gobierno de Joe Biden ya acusó a China de “genocidio” y “crímenes de lesa humanidad” contra los uigures y otras minorías musulmanas en la provincia noroccidental de Xinjiang en su informe anual sobre Derechos Humanos, el primero bajo esta Administración, manteniendo una línea ya marcada por el Ejecutivo de Donald Trump.
La diplomática estadounidense denunció hoy que en Xinjiang “se está torturando a gente”, “esterilizando de forma forzada a mujeres” y señaló la existencia de informaciones creíbles de que muchos uigures y personas de otras minorías están siendo sometidos a trabajos forzados por el Estado.
“Hoy hemos escuchado y vamos a seguir escuchando cómo los derechos de los uigures y otras minorías étnicas en Xinjiang están siendo abusados y violados al extremo”, insistió Thomas-Greenfield.
En el acto, encabezado por EE.UU., el Reino Unido y Alemania, está prevista la participación de activistas de derechos humanos, expertos y representantes de organizaciones como Human Rights Watch (HRW) y Amnistía Internacional, que han denunciado repetidamente los supuestos abusos chinos en Xinjiang.
Antes del inicio de la cita, HRW defendió en un comunicado que los Estados miembros de la ONU deben impulsar una investigación independiente sobre los presuntos crímenes contra minorías en la provincia china.
Pekín ha criticado con dureza la convocatoria de esta reunión y ha pedido a los países de la ONU que la boicoteen, asegurando que responde a un intento de EE.UU. y otras potencias occidentales para usar los derechos humanos como una herramienta para interferir en asuntos internos chinos.
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